jueves, 12 de enero de 2017

El Palacio de los Sueños



Ismaíl Kadaré
El Palacio de los Sueños
Pallati i Ëndrrave. Traducción: Ramón Sánchez Lizarralde
Alianza Editorial / El Libro de Bolsillo, edición 2016

La censura, la opresión y el totalitarismo se reflejan de manera directa en la obra de muchos creadores. Cuando, además, el sistema social y político trata de paralizar cualquier iniciativa artística y literaria que se aleje del argumentario oficial, la reacción que provoca, la mayor parte de las veces, es precisamente la contraria. Muchas obras geniales de la historia de la cultura han surgido por la imposibilidad de hablar con libertad y por la necesidad de refugiarse en metáforas y alegorías. Y en esta tesitura, han acabado siendo mucho más efectivas contra ese poder opresor que si la palabra hubiera tenido plena libertad de discurso.
Uno de los casos más representativos de esta censura en la literatura es el del albanés Ismaíl Kadaré, quizás el escritor más famoso y premiado de su país, que ha tenido que recurrir a múltiples versiones de sus obras dependiendo del lugar donde fueran a publicarse. Su país, cruce de imperios históricos e invadido por Italia y por los nazis, sufrió una cerrada dictadura socialista a manos de Enver Hoxha (1908-1985) hasta que en 1991, tras la caída del telón de acero, se convirtió en una república parlamentaria. Fue entonces cuando Kadaré regresó desde su voluntario exilio político en Francia donde había comenzado la revisión completa y sistematizada de su obra.
Es precisamente de las ediciones corregidas por el autor de donde procede la traducción de este libro, El Palacio de los Sueños, escrito entre 1976 y 1981 y considerado como una de sus obras maestras.
Intensamente kafkiana, esta novela se convierte en una alegoría de la voluntad de poder de los totalitarismos, donde el protagonismo se sitúa en un reino enclavado en el Imperio Otomano que, para controlar a sus ciudadanos y prevenir cualquier posible disidencia, ha creado un fabuloso mecanismo funcionarial para controlar los sueños diarios de todos los habitantes del país. El joven inexperto Mark-Alem entra a trabajar en el centro de toda esa maquinaria estatal, el conocido como Palacio de los Sueños, en donde se seleccionan los sueños recopilados en todos los rincones del país, se interpretan y se analizan hasta la extenuación. Kadaré nos lleva con esta increíble novela hasta esos extremos paranoicos que vivieron las dictaduras socialistas en el pasado siglo, en donde todo el mundo recelaba de todo el mundo y los habitantes se sentían vigilados constantemente. Aquí, hasta en sus sueños. Podría considerarse una distopía, pero va más allá, porque es un relato sobre el poder, sobre las luchas fraticidas para lograrlo o mantenerlo y de las pestilentes alianzas que es capaz de hacer para seguir en el trono o conseguir sentarse en él. Lo que, en una traslación temporal y de sistemas políticos, podríamos aventurar a que casi se convierte en un retrato de cómo hoy funciona la democracia, asentada férreamente en sus estructuras monetarias y larvada de intereses, estrategias y deseos de poder, cada vez más omnímodo, dirigido por las grandes multinacionales económicas.
Kadaré hace con esta novela lo que los grandes autores, convertir en eternas sus propuestas narrativas hasta el punto de que no solo cuentan lo que se lee directamente, sino que también dibujan a la perfección las características más significativas del ser humano y de la sociedad que construye, destruye y vuelve a construir constantemente.
Constantemente propuesto para el premio Nobel, el escritor albanés fue merecedor del premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2009 o del primer premio Booker Internacional en 2005, y, más recientemente, el premio Jerusalén (2015), ademas de ser miembro de la Academia de las Artes de Berlín y de la Legión de Honor Francesa. El Palacio de los Sueños es una obra maestra de un escritor deslumbrante que merece la pena ser leída.