martes, 23 de febrero de 2016
Paris, Texas
Wim Wenders
Paris, Texas, 1987
Sherlock / A Contracorriente Films
Otra obra maestra de Wim Wenders, anegada de melancolía y de pesares, tocada por la varita mágica de la belleza que señala a esas pocas obras imperecederas que lo serán para siempre. Paris, Texas (1984) es una historia de abandonos y de reencuentros, de profundas obsesiones por el pasado y de búsqueda por recuperar al menos una parte del mismo, que tanto dolor dejó por su ausencia. También en esta cinta es el amor lo que transmite Wenders con su capacidad cinematográfica para descubrirnos los espacios vacíos del paisaje, los huecos vaciados de los protagonistas y las miradas llenas de empatías rotas y de esperanzas por agarrarse a los cariños.
Es precisamente el paisaje el que se torna pieza fundamental en esta delicada y pausada película. Texas en su máxima extensión de terreno baldío, casi desértico, se transforma en el escenario de una hermosa road-movie donde los personajes se muevan a pie o en coche, se detienen en las gasolineras o en los moteles; donde las miradas dejan vislumbrar desconfianza por el extraño, aunque también expectación por lo que puedan traer. El guión es obra de Sam Shepard, uno de esos artistas multidisciplinares de Estados Unidos que parecen ser necesarios para entender la dramaturgia de su país durante la segunda mitad del siglo XX. Poeta, escritor, actor, dramaturgo y un muy conocido guionista de cine, Shepard narra en Paris, Texas, por medio de la magia de Wenders, la historia de un hombre, Travis, que ha perdido lo que más quería: a su mujer Jane, madre de su hijo, que abandonó a ambos sin explicaciones para vivir una vida diferente. Travis deambula enajenado por el desierto con la idea fija de encontrar a Jane, pero el cuerpo no le aguanta y, tras una crisis, su hermano es avisado y llega de Los Angeles para tratar de ayudarle. En la casa de este, descubre que allí vive su hijo Hunter, al que no veía desde hace unos años, cuando se marchó Jane. Tras recuperar la complicidad fraternal, Travis convence a su hijo para que le acompañe en la búsqueda de Jane y ambos inician un viaje hacia un incierto encuentro con esa mujer deseada por ambos.
Todos, absolutamente todos los actores están perfectos, aunque el misterio que esconde la mirada, llena de tristeza y esperanza, de Harry Dean Stanton en el papel de Travis es magnético. Como lo es también la mágica aparición, la inquietante y extraña profesión y la melancólica sonrisa de Nastassja Kinski en el papel de Jane, que está maravillosa, por no decir sublime.
Wenders logra con Paris, Texas una alegoría del amor de manera muy diferente a como el cine nos tiene acostumbrados, enamorándonos completamente de los personajes, de la música, con una inolvidable melodía de guitarra de Ry Cooder (escúchala aquí), y una narración que se adhiere profunda e indeleblemente en el espíritu. Algo que debieron sentir también en el Festival de Cannes, que le otorgó la Palma de Oro a la mejor película; o en otros muchos festivales, como los Bafta británicos, los Globos de Oro estadounidenses, los Cesar franceses, los David de Donatello italianos... todos fueron unánimes para premiar la película, la dirección, el guión, la música... Una maravilla del cine, inolvidable, emocionante y llena de amor.
Puedes ver el trailer de Paris, Texas pinchando aquí.