viernes, 8 de enero de 2016

Cielo sobre Berlín


Wim Wenders
Cielo sobre Berlín
Der himmel über Berlin (Wings of desire), 1987
Sherlock / A Contracorriente Films

Poco más de dos años antes de un acontecimiento histórico, la caída del Muro de Berlín, el cineasta alemán Wim Wenders filmaba una de esas pocas obras diferentes e imperecederas que ha dado la historia del cine. En ella dibujaba una sociedad, la suya, la de su país, ajada, gris y apática, envejecida y decadente. Un dibujo visual en el que, por medio de frases dispersas, de pensamientos anónimos escuchados casi al azar, se configuraba un lienzo, siempre incompleto y en constante transformación, que plasmaba las impresiones del director sobre la sociedad alemana de ese tiempo. Pero, además, Cielo sobre Berlín es una narración fantástica y atemporal. Y también una historia de amor eterno, tan eterno como lo es una vida que tiene su tiempo limitado.
Con la colaboración en el guión de Peter Handke, Wenders nos presenta un Berlín en blanco y negro, con una bellísima gama de grises, que está ocupado por ángeles, seres alados que deambulan sin ser vistos entre los humanos que habitan la ciudad. Están ahí para escuchar sus pensamientos y tratar de entender cómo se comporta esa sociedad, cómo viven esos seres terrestres, cuáles son sus miedos, sus anhelos, sus frustraciones, sus sueños y, en esa ciudad enmarcada por un vergonzoso muro, su memoria más olvidable que habita perdida en el fondo de sus espíritus royendo sus recuerdos.

Así, como si fuera ese lienzo de pintor del que hablaba, los ángeles van colocando metafóricamente cada uno de esos pensamientos de hombres, mujeres y niños en su paleta para configurar una pintura que dé color a la grisura emocional presente en el propio estado de los ángeles y esbocen así la fisonomía de los humanos. Y, aunque no siempre los entiendan, van añadiendo texturas, matices y colores para seguir pintándolos eternamente.


Pero, a veces (y aquí está presente la historia de amor de la película), algún ángel desea sentir como propio lo que sienten los humanos y deciden abandonar su inmortalidad e inmaterialidad para acercarse a ellos, para acabar convirtiéndose en ellos. El protagonista (Bruno Ganz) se siente atraído por la joven trapecista Marion (Solveig Dommartin) y desea acercarse a ella. Una mujer que trabaja en lo alto de la carpa del circo, arriesgando su vida con el peligro de caer a un suelo sin red. Un ángel que abandona las alturas inmateriales desde las que observa el devenir de la ciudad para acercarse a una mujer a la que ama. Es cuando la imagen que Wenders nos ofrece pasa del gris al color, del anhelo del conocimiento a la acción de la vida. Su encuentro con el suelo firme es hasta chistoso y la asimilación de su nueva corporeidad se torna excitante y fabulosa; resulta intrigante el encuentro de este nuevo humano con el actor Peter Falk el famoso Colombo, que se interpreta a sí mismo), que se haya en Berlín filmando una película sobre la Segunda Guerra Mundial; es deslumbrante, romántico y casi palpable el encuentro del ángel-humano con la trapecista Marion durante un concierto de Nick Cave...
En reumen, se trata de una película mágica, de una obra maestra a la que no se le pudo resistir la Palma de Oro al Mejor Director del Festival de Cannes. Es cine sublimo y hermoso.
PD.: Por cierto, todos los ángeles llevan coleta. Que no cunda el anacronismo y nadie tenga la tentación de hacer relaciones extemporáneas con momentos políticos actuales... ;-D

Puedes ver el trailer de Cielo sobre Berlín pinchando aquí.