jueves, 26 de noviembre de 2015

Un océano de amor


Wilfrid Lupano y Grégory Panaccione
Un océano de amor
Un océan d’Amour
Reservoir Books / Penguin Random House Mondadori, 2015

Una maravilla. De la narración y del grafismo. Sin diálogos, aunque con más palabras que un libro lleno de ellas. Como dice Paco Roca en el prólogo, es casi un sacrilegio hacer comentarios de una historia muda, en la que las imágnenes lo cuentan todo sin necesidad de añadirle más detalles con las palabras. Yo, sin embargo, creo que, aún careciendo de texto, esta novela gráfica es un alarde narrativo. La dificultad de transmitir una historia se centra en cómo contar la misma de forma que entendamos a los personajes protagonistas y todas las visicitudes que sufren o disfrutan. Y Wilfrid Lupano realiza un ejercicio de virtuosismo a la hora de describir a un pescador de la costa bretona y a su señora, protagonistas de Un océano de amor, de los que podemos retener su cariño, sus deseos y sus enfados, sus rutinas y los momentos en los que disfrutan, podemos notar cómo sufren con la separación y cuánto desean estar de nuevo juntos. Sabemos con este texto mudo de la poderosa personalidad de la mujer de Monsieur (el pescador) y de cómo este, pequeñajo y sencillo, sabe salir de las dificultades que la vida le va presentando.
Además, Un océano de amor, es, como el título indica, un canto al amor sosegado, al que llema tiempo asentándose y que une a las personas con lazos más fuertes que el sexo o el mismo deseo. Y también es un alegato contra lo artificioso, voraz y veloz que la vida moderna, altamente consumista, nos ofrece constantemente; un alegato en favor de un regreso a lo natural, a la lentitud y al gusto por disfrutar de las cosas sencillas, amables, escasas y familiares.
Y ¿cómo puede contar tantas cosas un libro sin palabras? Sencillamente, ese guión tran bien estructurado, se convierte en una impresionante narración gráfica por obra y arte del ilustrador Grégory Panaccione, que, con un dibujo simpático y algo burlesco, con una tónica de color tirando al neutro, sin grandes efectos especiales en cuanto a las ilustraciones, logra transmitir toda la fuerza de esta historia hermosa que, seguro, deja un poso de emociones a quien la (lea) y disfrute.
Monsieur es un pescador bretón que con su barco pequeñajo y algo viejo sale todos los días a procurar el sustento en las aguas cercanas. Algo hastiado de las latas de sardinas que suelen servirle de comida durante sus trayectos navales y amigo de las gaviotas que siempre rodean su barco, un día, de forma inesperada, es arrollado por un gran buque pesquero de los de redes de arrastre que tanto esquilman el mar, y desaparece sin dejar rastro. A partir de ese momento, las aventuras más extrordinarias van a sucederle, pese a que hará todo lo posible por sobrevivir y regresar a su pequeño pueblo junto a su mujer querida que tanto añora. Esta, precisamente, angustiada por no saber de su marido saca reaños de su fuerza vital y sale en su busca, ssabiendo íntimamente que sigue vivo en algún lugar del mundo. Lo que a ella le va a ocurrir es, como poco, tan excepcional como lo que le está sucediendo a su marido.
Como un Drácula con los pies en nuestro mundo, esta historia narra un amor que recorre océanos y que ni las más furiosas olas, ni los más sorprendentes contratiempos va a poder detener. Un gran libro, que ha sido premio FNAC al mejor Cómic en 2015 en Francia, que, como dice la portada con mucho acierto y hermosas palabras, hay que “consumir preferentemente antes de que el océano ya no nos haga soñar”.