lunes, 15 de febrero de 2016

Pippi Calzaslargas



Astrid Lindgren
Pippi Calzaslargas. Todas las historias
Pippi Långstrump. Traducción: Blanca Ríos y Eulalia Boada
Blackie Books, 2015

¡Cuánto añoro aquellos tiempos en los que aún no existía el concepto de lo políticamente correcto! Entonces se creaba con una libertad mucho mayor, con menos trabas, censuras o, lo que es más perverso, sin autocensuras. Hoy vivimos en una época en la que casi cada palabra que pronuncias corre el riesgo de convertirse en una ofensa para algún grupo social, político, religioso, sexual... Y no es que abogue por un giro a la falta de respeto al prójimo. No se trata de eso, sino, precisamente, de lo contrario. De crear con libertad absoluta no imponiéndote miedos a poder molestar a alguien porque, creo sinceramente, que la mayoría de la creación tiene como objeto descubrir algo nuevo para regocijo, deleite o reflexión de la sociedad sin que medie la pretensión de molestar a nadie (salvo a aquellos que lo merezcan, claro).
Y toda esta perorata, ¿por qué? Pues porque en la sociedad actual creo que sería muy difícil que un personaje como Pippi Calzaslargas pudiera surgir como lo hizo en la época en la que lo hizo y se encontraría con muchas objeciones por procedentes de los salvaguardas de los intereses de todos. Hace 70 años, la escritora sueca Astrid Lindgren (1907-2002) presentó un cuento a un concurso escrito sobre una historia que le había contado a su hija y a sus amigos. El éxito fue inmediato y las 12 pequeñas historias que protagonizó su personaje se conviriteron en clásicos de la literatura infantil y juvenil (y por qué no decirlo, de los adultos también, ¡qué caramba!). Y el caso es que la protagonista de sus aventuras es una niña de unos nueve años, Pippi Clazaslargas (cuyo nombre completo es Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusmynta, hija del capitán Efraín Calzaslargas, rey de los caníbales), con una fuerza descomunal y un tesoro de monedas de oro que vive sola en una casa junto a un mono, el señor Nilsson, y un caballo pintado a topos, Pequeño Tío, y que se niega a ir a la escuela, se sube a los árboles y hace todo lo que se le antoja, la mayor parte de las veces, con situaciones que horrorizan a los adultos. ¡Qué envidia!

Astrid Lindgran. Foto: Jacob Forsell
Loca, extravagante, vitalista, empática, siempre sonriente y sabia como pocas personas, Pippi duerme al revés en su cama, calza zapatos gigantes para que le sirvan siempre, viste como le apetece y viaja a donde le pide el cuerpo. Fascina a sus vecinos, a los niños por su irreverencia con los mayores, y a los adultos por su independencia.
El éxito internacional de esta serie de libros, que ha publicado Blackie Books en un hermoso libro que recopila todas las aventuras, se convirtió en apoteósico cuando, en 1969, se conviritó en una serie para televisión, con los guiones adaptados por la propia autora de los cuentos originales. La imagen de la niña pelirroja de trenzas tiesas, interpretada por Inger Nilsson es ya un icono de la cultura del siglo XX, una imagen que casi representa la libertad que en los años 60 y 70 invadió el mundo, transformando las sociedades occidentales de tal manera que parecía que el mundo caminaba hacia cierta concordia y respeto entre los distintos países y estratos sociales y que, pasado el tiempo... ¡Qué lástima!
Aunque, de aquella época de Acuario nos quedará para siempre la serie televisiva y de unos pocos años antes, las maravillosas, divertidas, incongruentes y maravillosas narraciones de Lindgren con la gran Pippi Calzaslargas, que, en confianza, siempre fue y sigue siendo uno de los personajes con los que más he disfrutado en mi vida, a la altura de la inmortal obra de Alicia en el país de las maravillas.

Puedes la canción en español de la serie pinchando aquí.