miércoles, 13 de julio de 2016

Promesas / La isla



Ana Juan / Matz Mainka
Promesas (Promesse, 2012) / La isla (L’isola, 2011)
Grupo Editorial Luis Vives / Contempla, 2016

A falta de un título para completar la Trilogía del Mar del Norte, cuya aparición está prevista para el próximo octubre, no puedo resistir la tentación de hablar de esta nueva maravilla gráfica (una más) de Ana Juan, realizada en colaboración con el dibujante de cómic y guionista alemán Matz Mainka. Se trata de tres títulos que realizaron conjuntamente tras haberse conocido en 1994 en Japón mientras disfrutaban de una beca organizada por la editorial Kōdansha.
Mainka escribe unos textos que tienen mucho de leyenda, de magia, de amores rotos y perturbados y de pasiones que van más allá del tiempo y del espacio, algo que se adapta perfectamente al estilo gráfico de Ana Juan, en donde los claroscuros de sus ilustraciones transitan entre las sombras de lo imaginado y las luces de los sueños.

En Promesas, Ana y Mainka nos cuentan una historia de amor que se mueve como un tatuaje vivo por el cuerpo de Ada, una joven enamorada de Hans, un soldado que parte al frente durante la I Guerra Mundial y con quien se ha hecho seis promesas, seis compromisos de amor, de fidelidad y de futuro que la contienda viene a trastocar. Los dibujos de la ilustradora nos hacen flotar por las emociones de los enamorados, por las angustias de la separación y por los desencantos de la ausencia con un estilo tan delicado como tenebrista, algo muy propio de Ana Juan, que introduce también muchos elementos oníricos y fantásticos. Dibujos en grafito negro y texturas sepias al que añade un rojo encendido como elemento distintivo de la unión entre Ada y Hans. Los enamorados vuelan y se estremecen, como hacían las parejas del pintor ruso-francés Marc Chagall flotando sobre los tejados de París, en abrazos mentales, en deseos que trascienden el espacio que los separa y que convierten esas promesas de los enamorados en el fin mismo de sus existencias (y quizás, de más allá de ellas). Una preciosidad en la narración y el dibujo que tiene imágenes que son verdaderas obras de arte, unas hermosas y danzantes composiciones de amor y de pena.

El segundo libro, La isla, cuenta una historia más oscura, trágica y enfermiza, casi una historia de terror fantástico, en la que aparece un extraño espíritu de mujer que llega del mundo de los sueños o de los deseos para desquiciar la apacible vida de un farero que vive con su familia en las islas de Halligen, en el mar del Norte. Aquí, Ana utiliza colores apagados, como las luces de los días grises y las noches eternas de esos parajes tan norteños, lo que aporta a la narración un intenso matiz de tristeza y de locura, de perversión y de miedo. Las tentaciones del espíritu vuelven loco al farero y las tormentas sin fin vienen a disparar el drama en muchas direcciones. Pequeños dibujos en tinta negra y roja vienen a remarcar el drama que se va descubriendo en las fabulosas pinturas que la ilustradora valenciana ha realizado para este cuento de aires góticos y malignos, anegado de vapores de alcohol yde desesperanza, miedos, oscuras aves agoreras y sufrimiento sin fin.
Qué ganas tengo de que se publique Hermanas, el tercer título de la trilogía para entrar de nuevo en ese universo sutil, como de filigrana, del arte de Ana Juan, un mundo artístico que es como un trenzado imposible de imágenes ariscas y tenebrosas a la vez que hermosas y llenas de romanticismo. Y en el de los textos que narran estos cuentos parecen extraídos de entre las leyendas trágicas y llenas de imaginación que escribieron Edgar Allan Poe, Gustavo Adolfo Bécquer o Guy de Maupassant.